miércoles, 25 de junio de 2008

Transformar la realidad, reflexiones sobre la relación

Arte-Transformación

[Transformar: cambiar, mutar una cosa en otra.]

Definición de la Real Academia Española

Cuando comenzamos con este espacio llamado Taller de escritura se nos dio una consigna: trabajar sobre la relación arte-transformación. Más allá de lo extraño que resulto en un principio, también me llevo a repensar en que alguna vez me interné en el camino del arte, más específicamente la música. Si bien hoy se encuentra postergado, siempre me apasiona tratar temas relacionados con el arte.

Una de las personas con las que transite ese camino fue Carmelo Saitta, compositor argentino, nacido en Stromboli “un pueblito de Sicilia, donde hay más ovejas que gente”, docente y sobre todo una persona que siempre tuvo una postura clara sobre lo que debía ser al arte:

“El arte es transformación permanente dado que es básicamente creación de símbolos nuevos y, por ende, su lenguaje y técnicas están en constante transformación y puede servir de modelo para la transformación social.[1]

Como estudiante de composición siempre me vi con la dificultad de trabajar con los materiales, en realidad esa sería la búsqueda artística: tomar eso que para el común de la gente es sólo un objeto normal y reelaborarlo, trasformarlo en algo distinto, una nueva lectura de la realidad.

El artista así se erige como un sujeto que con su particular percepción del estado de las cosas de este mundo arroja una de esté, plasmándola en su obra de arte.

¿Cual es la misión del arte? Pregunta difícil, autores como Dilthey piensan que “el encuentro con la obra de arte es una forma de experimentar, en la imaginación, otros modos de vida diversos de aquel en el cual, de hecho, se viene a caer en la cotidianidad concreta.”[2]

Nicolás Casullo establece que tanto la ciencia, la religión, la filosofía y el arte son caminos por los cuales el hombre transita en su eterna búsqueda de la verdad, sin embargo a diferencia de las primeras que dicen “yo soy verdad”, arte parte de la negativa, mostrándonos el mundo de las apariencias tan temido por Platón y llevándonos así a una búsqueda interior de lo que consideramos verdadero[3].

El arte así se nos presenta como transformadora de de nuestra conciencia.

El arte tuvo sus comienzos en la búsqueda de trascender, de la inmanencia espiritual y también en lo lúdico y lo mágico. Adorábamos a los dioses cantando y danzando, Nuestros antepasados buscaban poseer al ser representado en esas imágenes en una cueva olvidada.[4]

Para Martín Liut, compositor y artista transformador, “La idea transformación es la idea del cambio, la idea de lo nuevo como valor en si mismo[5]”. Así una obra arte siempre se nos presenta como algo nuevo, único. Pero a su vez también está inscrito en una historia, en una tradición y en un estilo.

Fueron las vanguardias de principio de siglo XX, quienes al proponer una tabula rasa en todos los ejes de la sociedad, también propusieron lo mismo en el arte, Para ellos el arte (de vanguardia) era una de escapar a la enajenación que sufría el sujeto ante una sociedad cada día más homogeneizante. El arte debía ser revolucionario, estar al servicio de la transformación social. Para ello era necesario un arte nuevo, que rompiera con la tradición burguesa.

Pero a su vez este constante cambio, esta obsesión por ser siempre nuevo que caracterizo a las vanguardias, también tuvo consecuencias con la recepción del público:

“Esto llevó a la música a una fuga hacia adelante permanentemente, hasta llegar a un momento en que cada obra se plantea como transformación de la anterior, y lo que genera es una dificultad para el público porque es muy difícil seguir obras que en cada momento se plantean universos nuevos. O sea que la paradoja de la transformación permanente en la música, y en las artes en general del siglo XX, es que produce un cisma con la gente, que no puede acompañar tantos cambios”[6]

El arte también fue herramienta para el cambio social

Cuando editaba mi entrevista en mi diario de escritor, escribí esta apostilla:

“A veces conviene a reflexionar, que como dice Sergio Caletti es hacer flexiones con las neuronas, sobre las consignas a cumplir. Y surge la pregunta: ¿qué sería del arte sin la transformación? ¿Qué sería del pedazo de roca sin la mano transformadora del escultor? ¿o del lienzo sin la imaginación creadora y transformadora del pintor? Un piano puede ser solo una caja con teclas y cuerdas sin la mano del pianista.

El arte es transformación, transformación creadora.”

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de transformación creadora? ¿Qué es concretamente eso que definimos como creatividad?

Cognitivamente suele asociarse al creativo con aquellas personas que con la misma información que otros puede ofrecer resultados más interesantes, generalmente unida a los diferentes planos de la experiencia anterior.

Claude Debussy solía decir que el genio creativo era noventa por ciento trabajos constantes, cinco por ciento creatividad y el resto dependía de las circunstancias[7].

Arte, creatividad, transformación. Tres palabras que suenan y resuenan en mi cabeza. Tres caminos que, cuando se unifican generan un proyectil crítico contra la mediocridad de lo cotidiano, que tienden puentes entre nosotros y eso que esta adormecido por la enajenación diaria. Una ventana de escape, en resumen: una obra de arte.

El mayor de los desafíos que se me planteaba cuando era estudiante de música era trascender el mero ejercicio técnico y lograr una obra de arte. Calculo que debe serlo para cualquier artista.

Puede ser que lo comprenda algún día.

Tal vez me lleve toda una vida, como el pintor chino al que le encargaron que pintara la mejor mariposa y recién la pudo hacer en su lecho d muerte.

Lo cierto es que en todo ese proceso, en esa búsqueda, uno sufre una transformación.

El arte transforma al creador

Arte-transformación, finalmente no suena tan raro… hasta me comienza a sonar lógico.

Bernal-Don Bosco

25 de junio de 2008


[1] Carmelo Saitta, entrevistado por Ana Elbert, disponible en http://escribiana.blogspot.com/, vistado el 20 de Junio de 2008

[2] Wilhelm Dilthey en Casullo, Nicolás, Arte y Estéticas en la Historia de Occidente– Carpeta de Trabajo, Universidad Nacional de Quilmes, 2000.

[3] Casullo, Nicolás, Arte y Estéticas en la Historia de Occidente– Carpeta de Trabajo, Universidad Nacional de Quilmes, 2000.

[4] Hauser, Arnold. Teorías del arte: Tendencias y métodos de la crítica moderna. Trans. Felipe González Vicén. 5ª ed. Barcelona: Labor, 1982.

[5] Martín Liut, entrevista concedida a Leonardo Pucheta, disponible en salgosiempre.blogspot.com, visitado el 25 de Junio de 2008

[6]

[7] Claude Debussy en Mortari-Casella: Técnica de la Orquesta Contemporánea. , Editorial Ricordi.

lunes, 23 de junio de 2008

Desiderata al momento de realizar un ensayo

ensayo.

(Del lat. exagĭum, peso).

1. m. Acción y efecto de ensayar.

2. m. Escrito en prosa en el cual un autor desarrolla sus ideas sobre un tema determinado con carácter y estilo personales.

3. m. Género literario al que pertenece este tipo de escrito.

4. m. Operación por la cual se averigua el metal o metales que contiene la mena, y la proporción en que cada uno está con el peso de ella.

5. m. Análisis de la moneda para descubrir su ley.

~ general.

1. m. Representación completa de una obra dramática o musical antes de presentarla al público.

(http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=ensayo)

En un principio pensé en un ensayo sobre el “Arte de escribir a contratiempo (historia autobiográfica)”, como forma de exponer el por qué esa costumbre de escribir siempre con los tiempos justos, llegar con el tiempo ajustado. La idea es interesante, merece hacerla seriamente y no dos días antes de la entrega. Así me planteé ir hacia otro lado, “El arte de (no) discutir”, pero con tanto por hacer la verdad es que no tenía tiempo para ponerme a discutir .

Releyendo las notas y las entregas anteriores para ver que falta y que sobra encontré algo que había escrito en un diario de escritor en el bloque Entrevista, y nunca más lo volvía desarrollar:

28-03-08 Arte y transformación

A veces conviene a reflexionar, que como dice Caletti es hacer flexiones con las neuronas, sobre las consignas a cumplir. Y surge la pregunta: ¿qué sería del arte sin la transformación? ¿Qué sería del pedazo de roca sin la mano transformadora del escultor? ¿o del lienzo sin la imaginación creadora y transformadora del pintor? Un piano puede ser solo una caja con teclas y cuerdas sin la mano del pianista.

El arte es transformación, transformación creadora.

No es gran cosa, pero es bastante como para empezar, ¿no?

Opté por desarrollar este tema, es un problema sin resolución, no creo que yo lo pueda resolver, tan sólo aportar más aún a la confusión general.

Para ello volveré a usar la entrevista con Martín Liut, que también hablo de este tema. Ana Elbert, compañera de grupo, me cedió amablemente material de su entrevista con Carmelo Saitta, aprovecharé para tomarme un café con Silvia Schwarbock a ver que me sugiere. También desempolvaré algún que otro libro de Estética, recurriré al libro de Mario de Micheli, Vanguardias artísticas del siglo XX y otras tantas cosas más.

Y bueno, como siempre escribiré a contrarreloj.

domingo, 22 de junio de 2008

Reflexión sobre el género

[el relato] “Se parece las semillas que durante miles de años estuvieron herméticamente cerradas en las cámaras de las pirámides y conservaron sus fuerzas germinadora hasta el día de hoy”[1]

Si la entrevista era un té para tres, en la crónica el que ponía el cuerpo, en la narración la historia es el centro, lo importante.

Todo puede contarse, todo merece ser relatado, desde grandes hazañas a historias mínimas. Depende sólo de cómo lo hagamos. Allí aparece la pericia del narrador: armando estructuras, manejando los tiempos, las tensiones y distensiones, como un artesano experto.

Los chamanes y brujos poseían ese “don”, eran los que transmitían a través de la oralidad las tradiciones y experiencias de los pueblos. Benjamín establecerá dos grupos de narradores: los campesinos y los marineros mercantes. Y es comprensible, ¿Quién no quiere contar todo lo que vio, vivió y aprendió durante un viaje?

Saber contar, ese siempre fue un reto para mi, calculo que debe serlo para cualquiera que emprenda el oficio no tan terrestre de escribir, también es saber escuchar y transmitirlo de una manera que atrape, que incluya al lector/oyente.

Pero narrar no es informar.

La información dista bastante de la narración. La información en tanto datos pierde su sentido cuando deja de ser nueva. Las narraciones no informan todo, dejan un espacio para que el receptor reconstruya el sentido, en un eterno dialogo. Un cuento siempre es nuevo, siempre es interpretable de diferentes maneras. Cuando leemos y releemos a Borges es inevitable preguntarnos por la eternidad, la soledad y el destino. ¿Cuántos recordamos la nota central del diario de ayer?

Tuve un profesor de Literatura española que tenía la hipótesis que todas las buenas historias en el fondo contaban una historia de amor, cosa que quedo rondando siempre en mi cabeza, y cuando leía buscaba esa segunda historia. Piglía vino a confirmarme esa búsqueda.

“El arte de narrar es un arte de la duplicación; es el arte de presentir lo inesperado; de saber esperar lo que viene, nítido, invisible, como la silueta de una mariposa en la tela vacía”[2]

Tal es esta sea la metáfora que persiga a todo aquel que pretenda narrar historias, es saber esperar, es saber escuchar, toda historia merece ser contada, sólo se trata de buscar la forma.


[1] Benjamin, Walter, El narrador, Editorial Taurus, Madrid 1991

[2] Piglía, Ricardo, Formas breves, Temas Grupo Editorial, Buenos aires, 1999

Walsh, el experimentador

Durante todo el trayecto del seminario hemos recorrido a Rodolfo Walsh en varías de sus facetas, desde el periodista comprometido con su tiempo, hasta el cronista que trata de contarnos historias de nuestra tierra y el padecer de quienes la habitan.

Investigando para escribir la crónica sobre la muestra homenaje solicitada en el anterior bloque, encontré que su vocación de investigación iba más allá del periodismo, también la llevaba a su producción literaria.

Es así que vemos esa búsqueda de experimentación en cuentos como “Fotos” o “Nota al pie”, que más allá de contar la historia principal también permiten deslizar sus visiones sobre el arte y el oficio no tan terrestre de escribir, sobre todo en “Nota al pie”, donde la tensión del artista siempre trata de salir, más allá de que fuera apabullada por el oficio de traductor. Esta tensión es la que va transformando al protagonista, que lo lleva enfrenta a ese vacío de una manera. Tal vez tenga un poco de autobiográfica, ya que el propio Walsh ha ejercicio ese oficio terrestre de traductor como forma de vida.

Pero también Walsh demuestra su forma de contar historias mínimas, volviendo tal vez a su experiencia como pupilo en aquel colegio irlandés de Capilla del Señor. Es papable esa sensación de alegría-triste que tienen esos chicos, aferrándose a esos instantes en que vuelven a ser niños gracias a las visitas de esas Damas caritativas, para volver luego a apatía cotidiana cuando ellas se van. Tal vez por ahí vaya la historia dos, según la tesis de Ricardo Piglía: esa sensación de abandono constante que sobrevuela la narración.

En “Esa mujer” Walsh se desdobla para tratar de comprender los pensamientos de ese Coronel de apellido alemán, conocedor del destino de uno de los personajes más polémicos de nuestra historia.

Debo reconocer que no conocía a Walsh como narrador. El mito creado sólo lo muestra como ejemplo de periodista. Algunos lo reivindican además como un hombre comprometido con su tiempo. Otros lo usan para alimentar esas dicotomías necesarias para que funcione nuestro país. Me llama poderosamente la atención que las obras de este escritor no estén reeditadas.

Tal vez en algún momento alguien se tome el trabajo de desmitificarlo, mostrarlo en todas sus dimensiones, incluida esta, la del narrador-experimentador

Escenas de la vida cotidiana

Contar lo cotidiano puede parecer innecesario, superfluo, redundante. Pero también puede ser un reto enorme que muchos asumen, como Carver y Sallinger.

Cada uno a su manera, es cierto.

La nostalgia de los años dorados se hace presente en la narración de Sallinger, recuerdos de una infancia feliz, nostalgia y melancolía de los buenos tiempos, pero sin embargo esta presente la amenaza de que en algún momento la tragedia se puede hacer presente. Seymour fue un chico normal, tuvo sueños como cualquier otro. Pero la guerra los trunco como lo hizo a cientos como él. Así, sin expectativas, sin un futuro entra en agujero donde después terminar con los demás sólo queda extinguirse.

Carver nos muestras postales de la vida cotidiana, una reunión de amigos, una discusión familiar, cosas de todos los días, cosas triviales. Sin embargo se las ingenia para crear tensiones donde pocos sólo verían abulia. Un dejo de desencanto recorre a sus protagonistas, preocupados por lo existencial, por eso que nos atraviesa a todos sin distinción: la vida diaria.

Ambos, como otros de su generación trataron de reflejar lo quedo cuando el sueño americano se había roto. No era necesario buscar grandes hazañas para escribir grandes relatos, estaban a la vuelta de la esquina, tal vez en una playa abrazando a una nena, en bus lleno de niños o tan solo en una discusión familiar.

Narración en base a una consigna onírica

Viaje infinito

“Feeling claustrophobic,

Like the walls are closing in.

Blood stains on my hands and

I dont know where Ive been”.

Sweating bullets, Megadeth

Cae, cae, no se detiene...

Girando, vueltas, vueltas, vueeeeeltaaasss!!!!!!!, infinitas vueltas.

Todo es rápido, todo es violento, mil estrellas encendidas a la vez.

[Fuego!!!!]

Calor en las venas, sudor en las manos, la boca se vuelve pastosa. Silencios eternos, gritos, algún que otro llanto.

La espina dorsal se tensa, se comprimen los nervios, el rostro se desfigura

–Aire, necesita aire!!… (déjenlo flotar, déjenlo caer).

Pozos, pozos, uno por uno sin fin abriéndose. Flashes, imágenes, todo desorden todo caos… y de repente la luz.

[Luz blanca y fría.]

La luna serena se refleja en un espejo de agua cristalina… el cuerpo descansa, una mueca de tranquilidad, un rostro desencajado acariciado por la suave brisa, llenándome los oídos con secretos inconmensurables.

Se oyen voces melodiosas desde una barca surca el lago hacia la costa. Un camino iluminado color plata me conduce a la playa donde las voces se oyen con más claridad, aumentando su belleza. Mis pies van dejando sellada mi presencia en la arena fina, las voces son cada vez más nítida. Se puede observar una fogata y a su alrededor sentados muchos rostros conocidos, quienes al advertir mi presencia abren sus brazos para recibirme.

[El calor vuelve a mis manos.]

Las rojas llamas de la fogata iluminan las blancas caras de los portadores de esas voces, no puedo distinguir que expresan, sin embargo me resultan conocidas.

Una mano se posa en mi pecho. Mi corazón vuelve a latir lentamente.

El crepitar de la hoguera es cada vez más potente.

El mundo comienza a girar, las voces entran en una extraña cacofonía, la luna se hace añicos. Todo se tiñe de rojo, el fuego avanza incontenible. (vuelta a comenzar)

[Girar, otra vez girar… ¿hasta cuando?]

Caer, caer, caer… nada abajo ni tampoco arriba, dedos fríos se clavan en la espina dorsal.

Vueltas, todas infinitas. La sangre fluye violentamente. La mente viaja a dos mil revoluciones.

La ambulancia sólo a 60 Km/h.

miércoles, 18 de junio de 2008

Sepan disculpar

Estimados lectores de blog's:
Sinceramente pido disculpas a aquell@s que ingresan este blog en busqueda de algo interesante para leer, pero por motivos que hacen al caso explicar aquí, aún no he renovado ni "posteado" nada ultimamente... pero desespereís, estamos trabajndo en ello.
Pronto ocuparé los espacios en blanco, reduciendolos a tejidos de palabras, comas, puntos y otros recursos para formar textos e intertextos que harán las delicias de ustedes.
Sin otro particular y volviendo a pedir disculpas por la dejades, los saluda atentamente
Leonardo, a 10000 km del horizonte